Caminando acompañado por varias formas, recuerdo que recorríamos un camino similar. En un momento, llegando a la mitad del sendero, percibo toques de algo estrechamente comparable a ternura y a suavidad lozanica. Me distraigo, y trato de acercarme de forma arrremisada hacia ese ser. Costaba enormemente poder distinguir “eso”, lo cual mi búsqueda y entendimiento luchaban contra ese nuevo sentimiento.
Inconscientemente, mi cuerpo y alma se alejo de las otras formas, y el poder de su ser me absorbió.
Despierto, estoy un poco mas tranquilo, razono, pero me encuentro fuera de una casa.
La cual es muy bella, agraciada por fuera y por dentro.
Golpeo. Se abre la puerta. No sale nadie.
Entro, observo hacia todos lados, igual que un bebito.
Es un lugar hermoso, tranquilo y confortable.
Recuerdo haberme quedado entre
Recuerdo esa fecha, la cual una fuerza inexplicable, como también razones inexplicables, me retiraron fuertemente, de ese tan lindo hogar.
Me encuentro afuera de una casa.
Una casa tan bonita, que albergó a este pobre ser, que solo quería paz, resguardo y tranquilidad.
A fin de cuentas, reflexiono, y creo que al contrario, en vez de sentir nostalgia y malos recuerdos de esa ida a esa casita, debiera sentirme bien, al final y al cabo, no había nadie, absolutamente nadie.
Corrí y corrí, hasta alcanzar a mis formas.
Lo logre pero llegué un poco tarde.